domingo, 22 de abril de 2012

DECIR NO


DECIR NO

A la gran mayoría de nosotros nos cuesta decir que no cuando nos piden algo. Esto pasa por varias razones donde predomina el miedo ante los demás:
v     A parecer egoístas o maleducados
v     A desagradarles y que dejemos de caerles bien.
v     A que reaccionen agresivamente.

Sin embargo es esencial para nuestro bienestar que cambiemos de actitud si queremos prevenir  las consecuencias negativas que pueden afectar gravemente a nuestra salud física y psicológica.
En el mundo laboral esta situación es muy común y es fácil que nos sobrecarguemos y nos veamos incapaces. A pesar de todo seguiremos diciendo si por temor a:
ü      Dar la impresión de no ser eficientes
ü      Que se enfade el jefe si le decimos que no podemos hacerlo.
ü      Que nos bajen de categoría, o peor, perder nuestro trabajo.
ü      Que dejen de apreciarnos.

Vamos a considerar cada uno de estos factores:
v     Siempre que se responda asertivamente a las exigencias excesivas de nuestros jefes podremos controlar la situación en el supuesto, poco probable, de que éste se ponga furioso con nosotros.
v     Si defendemos nuestros principios y le hacemos ver la situación, ganaremos su respeto y puede que consigamos concienciarle de la magnitud de sus exigencias.
v     Él respetará nuestra sinceridad y es más probable que en el futuro nos trate con más consideración.
v     Hemos de explicar nuestro caso demostrando que tenemos más trabajo sobre la mesa del que podemos hacer y pedir que se nos indique la urgencia de cada una de las tareas.

Para concluir: hay muchas formas de decir no, pero la única conservando el respeto hacia uno mismo es siendo asertivo y como persona asertiva siempre tenemos derecho a decir no y deberíamos  poder hacerlo sin sentirnos culpable. 
Podemos elegir dar una explicación, pero no es lo mismo que dar una excusa, porque detrás de esta casi siempre hay una mentira.
Aprender a decir no.
Técnicas para decir no

EL APRETÓN DE MANOS.



Por la forma de dar la mano podemos saber mucho más de lo que nos imaginamos de una persona.  Por eso es importante que aprendamos a interpretar estos signos para comunicarnos mejor:
*      Una persona agresiva siempre pondrá su mano por encima ya que le gusta dominar y controlar la situación.
*      Un pasivo las pondrá con las palmas hacia arriba, lo que indica que cede el control de la situación.
*      En el asertivo, sin embargo, las palmas formarán ángulos rectos con el suelo predominando la igualdad.
*      Alguien que dependa de ellas para su trabajo (un relojero, cirujano…) o que tenga algún problema físico (como la artritis) las dará con delicadeza como protección. Por eso, en estos casos, tendremos que fijarnos en otros signos del lenguaje corporal para saber si es una persona de carácter pasivo o débil.
*      El que aprieta con mucha fuerza nos quiere dar la impresión de que es una persona dura y a la que le gusta dominar completamente la situación.
*      Coger  nuestra mano entre las dos de la otra persona es propio de quien inicia la conversación para darnos a entender lo amable, afectivo y sincero que es; pero ¡ojo!, también justo lo contrario, la sospecha de que quiere algo de nosotros.
*      Si nos ofrecen la mano con el brazo rígido, no tenga la menor duda que se trata de una persona agresiva que intenta controlarle a usted y a la situación.
*      Cuando nos aprietan los dedos en vez de la mano, delata que es alguien con poca confianza en si mismo.
http://www.youtube.com/watch?v=9_fsuSI7x40







EL LENGUAJE CORPORAL Y LA ASERTIVIDAD



Ya
sabemos lo importante que es el lenguaje no verbal cuando se trata de hacernos respetar ante los demás (conducta asertiva) porque transmite varias funciones en el proceso comunicativo:
  • Positivas:
    • Nuestro estado de ánimo y actitud respecto a algo o a alguien.
    • Es un complemento importante que refuerza lo que decimos, llegando incluso a sustituir al lenguaje verbal. Por ejemplo, encogerse de hombros, significa que no sabes lo que te preguntan.
  • Negativas:
    • Puede dar una falsa imagen de cómo nos sentimos.
    • Puede contradecir por completo lo transmitido por palabras, sobre todo cuanto la otra persona acepta más lo que ve que lo que escucha.
    • Puede resultar tan desconcertante que no lleguemos a transmitir mensaje alguno.
El lenguaje corporal negativo nos presenta a los demás como pasivos o agresivos, mientras el positivo es propio de las personas asertivas, que siempre están abiertas  a cualquier comentario.
Lenguaje corporal agresivo:
Ø      Pies separados.
Ø      Mentón levantado.
Ø      Manos en la cintura.
Ø      Señalar con el dedo.
Ø      Acercarse demasiado.
Ø      Mirar fijamente a los ojos
Lenguaje corporal pasivo:
Ø      Ojos bajados desviando la mirada.
Ø      Estar encorvado.
Ø      Taparse la boca con la mano.
 Lenguaje corporal asertivo o receptivo:
Ø      Contacto visual apropiado mirando a la cara en general.
Ø      Sonreír y asentir cuando habla la otra persona.
Ø      Postura relajada
Gestos abiertos.

viernes, 13 de abril de 2012

http://www.youtube.com/watch?v=J2MYEdkhat8&feature=related
http://www.youtube.com/watch?v=tl-gVZm0hXw&feature=related

Haz que los demás te respeten como tu les respetas a ellos


Con nuestros amigos o la propia familia, a veces, las relaciones dejan de ser armónicas y vemos que los que antes nos caían bien empiezan a aprovecharse de nosotros y a faltarnos al respeto.  Esto nos hace sentir inferiores y pensar en que es cosa de la mala suerte o, tal vez, un castigo por algo que hicimos mal en el pasado.
Sin embargo, no deberíamos preocuparnos porque esto es muy común y tiene como causa principal el que nos vean como mansos corderitos, lo que despierta en ellos la fiera que llevan dentro.
Afortunadamente tiene remedio, que pasa por aprender a respetarnos y hacer que los demás nos respeten.
¿Cómo podemos empezar?
Lo primordial  es que mejoremos nuestra seguridad interior y exterior trabajando con dos factores fundamentales, las creencias y el lenguaje corporal.

  1. las creencias: Creer que tenemos que actuar como una buena persona ante los demás nos  hacen vulnerables porque etiquetan nuestra personalidad como muy blanda y se aprovecharán de nosotros.
El origen de todo esto está en nuestra niñez y en  nuestra relación con nuestros padres, hermanos, personas que hemos querido y la propia comunidad. Ellos nos han dicho que deberíamos tratar bien a los demás  y que no deberíamos hacer nada que no nos gustara que nos hicieran. Son  reglas de cortesía que hacen que se aprovechen de  nosotros,  porque actuar como una “buena persona” puede  hacer nos vean como presa fácil. Así,  por ejemplo los bravucones de clase (si somos adolescentes) nos hacen  sufrir y nos bajan la autoestima convirtiéndonos en una persona más insegura.
Por eso os digo: Basta ya de que se abusen de nuestra buena fe, de que no sientan lo que sufrimos, de que nos hagan creer que tienen el derecho a maltratarnos y que no nos merecemos vivir bien. Pongámonos de una vez por todas manos a la obra y cuestionemos ya, si es que nos han hecho más mal que bien, nuestras creencias.
Un buen comienzo sería cambiar el “no hagas a los demás lo que no te gustaría que te hagan a ti” por “haz que los demás te respeten como tú los respetas a ellos”. O si queremos por: “primero esta el respeto hacia mí”.
Con esto cambiaremos nuestra personalidad pasando de pasivos a asertivos y la actitud de las demás personas hacia nosotros, que se lo pensaran dos veces antes atacar nuestros derechos.
  1. El lenguaje corporal:
    Ya hemos tocado la seguridad a nivel interior (con las creencias). Ahora vamos a lo exterior. Hay personas que detectan a los que tenemos personalidad  de mansos corderitos y lo hacen para demostrar su autoridad con su liderazgo rastrero. Se meten con nosotros porque no podemos defendernos ante cualquier agresión que nos hagan  gracias al miedo que han instaurado. Por eso es necesario cambiar nuestra primera impresión antes ellos.
Trabajemos el lenguaje corporal:
·        Pararnos derechos y bien confiados.
·        Hablar  fuerte para que nos escuchen.
·        Marcar nuestro territorio haciéndonos dueños de nuestro propio espacio (cuanto más mejor).
·        Mantener la mirada firme y segura para demostrar nuestra  seguridad.
·        Sacar las manos de  los bolsillos porque a través de ellas comunicamos cualidades de nuestra personalidad (no las desperdiciemos).
·        Ofrecer la sonrisa en el momento adecuado y no para complacer a los demás. Así los hambrientos lobos no nos detectarán como presa fácil.

Como veis no es tan difícil;  pero exige práctica, trabajando el  “antes” más que el “durante”. Es decir, debemos modificar nuestras creencias de persona pasiva en asertiva cambiando las posturas corporales hacia una mayor seguridad
y confianza.

APRENDE A SER ASERTIVO. TODO EMPIEZA POR LOS DERECHOS HUMANOS BÁSICOS:




  1. El derecho a mantener tu dignidad personal  mientras no violes los derechos humanos básicos de los demás.
  2. El derecho a tener derechos y defenderlos, siendo tratado con respeto y dignidad
  3. El derecho a rechazar peticiones sin tener que sentirse culpable o egoísta.
  4. El derecho a experimentar y expresar los propios sentimientos.
  5. El derecho a detenerse y pensar antes de actuar y cambiar de opinión cuando se crea justo.
  6. El derecho a pedir que se quiere (dándose cuenta de que la otra persona tiene el derecho a decir que no).
  7. El derecho a hacer menos de lo que humanamente se es capaz de hacer.
  8. El derecho a ser independiente y tener opiniones y expresarlas.
  9. El derecho a tener el cuerpo, y la salud y los anos que se tienen, y a utilizar el tiempo y propiedades como se juzgue oportuno.
  10. El derecho a cometer errores, ser responsable de ellos y a decidir dejar de cometerlos.
  11. El derecho a sentirse a gusto consigo mismo.
  12. El derecho a tener necesidades propias y que esas necesidades sean tan importantes como las necesidades de los demás. Además, tenemos el derecho de pedir (no exigir) a los demás que respondan a nuestras necesidades y de decidir si satisfacemos las necesidades de los demás.
  13. El derecho a ser escuchado y a ser tomado en serio.
  14. El derecho a decidir si satisfacemos las expectativas de otras personas o si nos comportamos siguiendo sus intereses (siempre que no se violen los derechos de los demás).
  15. El derecho a hablar sobre el problema con la persona involucrada y aclararlo, en casos límite en que los derechos  no están del todo claros.
  16. El derecho a pedir información y a obtener aquello por lo que se paga.
  17. El derecho a estar solo cuando así se escoge.
  18. El derecho a hacer cualquier cosa mientras que no se violen los derechos de alguna otra persona.